OCEANSCRAPER: La ciudad del futuro

OceanscrapersDiseñado por el autodenominado bioarquitecto belga Vincent Callebaut, se trata de una ciudad para 20.000 personas inspirada en los ecosistemas naturales, formada por cúpulas flotantes y torres tentaculares submarinas, la cual según su creador, “se autoabastecerá de energía, agua y alimentos y estará en simbiosis con el mar y la naturaleza”. Planificada originalmente para Río de Janeiro, como «Oceanscraper» (rasqueta o raspador oceánico – comparándola con una herramienta utilizada para eliminar la suciedad de una superficie, en este caso la del mar – donde “una comunidad de científicos, extraerán el valor de esa sopa de residuos plásticos, reciclándola dentro de talleres flotantes en forma de media luna y fábricas-laboratorio, que mezclarán esta materia prima con una emulsión de algas. Los plásticos serán recogidos en el mar por una flotilla de naves que clasificarán, triturarán y transformarán en gránulos las botellas, latas, bolsas y otros tipos de envases fabricados a partir de petróleo, y que también filtrarán las micropartículas plásticas en suspensión a una profundidad de 10 a 30 metros para reaprovecharlas”, según este arquitecto belga. “Con los gránulos plásticos, mezclados con el material de algas, se producirán unos rollos de filamentos ecológicos de ‘algoplast’, que serán utilizados por grandes impresoras en 3D para fabricar componentes y materiales sólidos y duraderos con los que se edificarán los edificios de la ciudad combinando técnicas arquitectónicas y de construcción naval”, agrega Callebaut. .Cada ciudad flotante, con su característica apariencia exterior de gigantesca medusa cubierta de vegetación, tendrá una superficie habitable total de 1.375.000 metros cuadrados y 250 plantas, la inmensa mayoría de ellas bajo el agua y una cuarta parte destinada a la agricultura ecológica y a la permaculura (distintos sistemas de cultivo, trabajo y vivienda basados en los ecosistemas naturales). Cada ‘poblado’ acogerá hasta 20.000 personas y su acceso principal estará en la superficie del agua, a través de cuatro puertos deportivos cubiertos con un manglar arraigado en un domo flotante de 500 metros de diámetro, de acuerdo al proyecto. Los tentáculos o ramificaciones submarinas, similares a torres retorcidas de ‘algoplast’, llegarán hasta una profundidad de 1.000 metros y, con los años, según su creador “se reforzarán con una capa dura que se irá formando en su exterior, gracias a un proceso natural de calcificación, similar al que endurece las conchas de los moluscos, y manteniendo su transparencia gracias al uso de materiales como la aragonita”. En cada uno estos núcleos habitacionales habrá apartamentos, fábricas-laboratorio, espacios para trabajo colaborativo, talleres, centros científicos, granjas ‘acuapónicas’ de peces y plantas marinas, agricultura sin productos químicos sintéticos, huertos comunitarios, jardines de plantas comestibles, mini-arrecifes de coral y lagunas que purificarán las aguas mediante vegetales. “Además de Río de Janeiro, otros posibles emplazamientos para otras futuras ciudades de este tipo son las proximidades de los denominados ‘giros oceánicos’, áreas del mar donde las corrientes marinas se arremolinan y quedan atrapados los residuos de plástico, formando grandes aglomeraciones”, indicó Callebaut. “La torsión de las torres las vuelve muy resistentes a la presión del agua y su geometría contrarrestará los remolinos marinos y, por lo tanto, reducirá el mareo de sus habitantes”, añade. “Estos gigantescos ‘tentáculos’ tienen una doble pared que se llena de agua de mar y en cuyo interior se alojan los pesos destinados a lastrar la estructura, los cuales evitan la tendencia de las torres a flotar y garantizan su estabilidad en el caso de una tormenta o un terremoto”. El experto también explica que, para conseguir la luz, se aprovechará el fenómeno de la bioluminiscencia, es decir la luz emitida por una serie organismos vivos alojados en el doble acristalamiento de los apartamentos, gracias a una sustancia presente en su cuerpo de forma natural y que se denomina luciferina. En el fondo del océano, unas turbinas de agua convertirán las corrientes marinas en electricidad que será utilizada en cada ciudad, mientras que otra planta de conversión de energía, alojada en el eje vertical central, utilizará la diferencia de temperatura entre el agua caliente de la superficie y el agua fría que se bombea desde el fondo para producir electricidad adicional. Esta segunda planta de energía también ayudará a producir agua potable y agua dulce para la acuicultura, según el proyecto. En la ‘ciudad medusa’ el aire se renovará de forma natural a través de unas chimeneas que inervarán las cuatro ramas retorcidas de cada torre submarina y llegarán hasta la superficie, y mediante una estación que producirá oxígeno a partir del agua de mar por medio de un proceso llamado electrólisis. Para la calefacción y la climatización, se utilizarán unos bioreactores que recibirán las microalgas cultivadas en las paredes de los acuarios de la ciudad, las cuales absorben el dióxido de carbono producido por la respiración de las personas. “Estos tanques también servirán para reciclar la basura orgánica líquida o sólida, para producir más energía eléctrica aprovechando la fotosíntesis y la generación de gas metano”. Sus habitantes se desplazarán en barcos o submarinos, propulsados por biocombustibles producidos en la ciudad, al extraer hidrógeno y carbono del agua de mar a través de distintos procesos físicos y químicos y la posterior síntesis de estos compuestos básicos obtenidos, según el autor del proyecto. Me pregunto ¿podremos verla algún día?