MAHA BODHI: El árbol sagrado donde Buda descubrió el Nirvana

Como sabéis, los árboles Bodhi son una parte fundamental de la cultura budista. Mientras las ramas ascienden al cielo, su tronco permanece en tierra y las raíces descienden al inframundo. Fue debajo de un árbol donde Siddhartha se sentó y emergió iluminado luego de 49 días de meditación, transformándose en Buda hace 2.600 años.Según cuenta la historia, cuando se encontraba en el lugar, se desato una terrible tormenta, y como consecuencia de ello, de debajo de las raíces del árbol surgió Muchilinda, el rey de las serpientes, el cual se enroscó alrededor de Gautama, cubriéndolo. Así, Gautama finalmente alcanzó la iluminación espiritual y se convirtió en un buda, tras lo cual dio origen al budismo. Lleno de gratitud por haber alcanzado el Nirvana, Buda se quedó ante el árbol con los ojos abiertos sin parpadear durante una semana entera. La higuera se encuentra en la ciudad de Bodh Gaya, a unos 100 km de la ciudad de Patna, en el estado de Bijar (India). Actualmente hay una gran higuera situada al lado del templo Mahabodhi, llamada Sri Maha Bodhi, que se considera descendiente directa del árbol Bodhi original. Este árbol se convirtió en un sitio de peregrinación incluso durante la vida de Buda. El rey Aśoka (304-232 a. C.) iba cada año a rendir homenaje a este árbol de Bodhi, y cada año pagaba un festival en su honor en el mes de kattika. Su esposa Tissarakkhā se sentía celosa del árbol. Se convirtió en reina en el año 16 del reinado de Asoka (253 a. C.) y tres años después (en el 250 a. C.), hizo matar el árbol mediante espinas de mandu. En el sitio se plantó un vástago del árbol original (o de otro árbol de la misma especie: Ficus religiosa). A su lado se construyó un monasterio, que se llamó Bodhi-Manda Vijara. Cabe destacar que la Ficus religiosa, conocido como árbol baniano, higuera de Bengala o higuera de la India, es un árbol caducifolio (pierde las hojas durante la estación seca si el clima es tropical, o en invierno si es templado) que supera los 30 metros de altura y que tiene un diámetro de tronco de más de 3 metros. Las hojas son cordadas, de 10-17cm de longitud y 8-12cm de ancho. El fruto es un higo de 1-1,5cm de diámetro, de color púrpura al madurar. Como pasa con los lignum crucis, múltiples lugares sagrados del budismo conservan una rama del Árbol del Bodhi al atribuirle propiedades milagrosas, como curar enfermedades o atraer la lluvia. De hecho, para conmemorar la Iluminación de Buda, cada 8 de diciembre se celebra ante él una fiesta conocida como Día del Bodhi o Rohatsu en la que los adeptos aprovechan para hacer meditación bajo sus ramas intentando emular a su maestro. Asimismo, en el budismo es frecuente recurrir a la iconografia arbórea que hace alusión a la higuera sagrada, representada con hojas en forma de corazón. A la sombra de este árbol, el iniciador del budismo puede alcanzar la única ambición que tiene en el mundo, la de sentirse satisfecho con todo lo que tenía y encontrar en ello el sentido de una vida plena; inspirando así a millones de personas a que continúen por ese camino de meditación, conocimiento y paz. Entre ese gran número de seguidores, hay un grupo que al no poder costearse un viaje hasta el lugar del antiguo ficus, deciden llevarlo consigo como un símbolo de ese camino hacia la felicidad que a veces parece interminable. No obstante, pocos se dan cuenta de que para cumplir sus sueños no hace falta desearlos con todas sus fuerzas, sino seguir el camino hacia ellos disfrutando y aprendiendo de cada momento, para que esta sabiduría los acompañe siempre. 

TROVANTS: El misterio de las “piedras vivientes” de Rumania

En un pequeño pueblo de Rumania llamado Costeşti, existen unas enigmáticas piedras llamadas «Trovants» (piedras que crecen) que son formaciones rocosas vivas y únicas gracias a su capacidad de multiplicarse. Aunque a simple vista pueden parecer piedras normales, los minerólogos descubrieron los secretos que las convierten en un tesoro sin igual. Están formadas por un núcleo de piedra dura, y el resto está compuesto de arena, dispuesta a modo de caparazón. Los científicos determinaron que tienen una antigüedad de 6 millones de años y en su principio habrían sido unos pequeños guijarros hasta alcanzar en la actualidad los 10 metros. Pero no crecen rápido: pueden tardar 1.000 años en aumentar entre 4 y 5 centímetros. El secreto para el crecimiento de estas piedras se esconde en el agua, concretamente en aquella que es rica en carbonato de calcio, esencial para hacer que la roca crezca en presencia de agua de lluvia, pero los científicos no pueden explicar como crean materia nueva. Cuando los científicos cortaron las piedras a la mitad, pudieron comprobar que están formadas por arena cementada y sales minerales, pero además, observaron extraños anillos, semejantes a los que se ven al cortar un árbol, lo que permite averiguar su edad. Por esta razón muchos investigadores y expertos creen que se trata de una «forma de vida inorgánica». Los trovants presentan extrañas formas a medida que crecen, pueden ser cilíndricos, nodulares o esféricos, aunque siempre tienen una superficie lisa y sin bordes. Pero lo más enigmático de estas piedras, además de aumentar su tamaño, es que son capaces de desplazarse a través del terreno. Para dar una explicación a este increíble movimiento, han surgido algunas teorías como la existencia de un extraño magnetismo o que en esta región hay desconocidos vórtices de energía. Las trovants fueron descubiertas a principios de los años ’40, cuando observaron que cientos de rocas esparcidas por el valle dejaban unas misteriosas huellas, como si se hubieran desplazado. Algunas son pequeñas, pero otras pueden llegar a pesar hasta 320 kg. «Las trovants están formadas por arena sedimentada de una cuenca formada hace seis millones de años. Junto a las arenas se han acumulado carbonatos en exceso, que cuando llueve presionan a las capas inferiores de sedimentos y las hacen aflorar hacia el exterior creando las protuberancias», aseguran desde el Museo Trovant, los encargados de protegerlas. Declaradas por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad, las trovants siguen encerrando misterios por ahora inexplicables. Si bien parte de la comunidad considera que podrían ser producto de antiguos terremotos, lo que explicaría su extrañeza, para otros tendrían un origen extraterrestre, y habrían llegado al mundo mediante una lluvia de meteoritos única, lo que explicaría sus características extraordinarias. Por una razón u otra, el debate está abierto y son cada vez más los curiosos que quieren sentir la energía de estas «piedras mágicas». Para conocerlas hay que ir a Costeşti a lo largo del río en Gresarea Brook, aproximadamente a 15 km de Horezu ¿Te animas a visitarlas?

TASMANIA: ¿Un nuevo hogar para evitar la extinción de los Walabís?

Antes de la colonización europea de Australia, el walabí cola de cepillo de las rocas –Petrogale penicillata– se extendía por los terrenos rocosos y de bosques de todo el sureste del país, desde el estado de Nueva Gales del Sur, pasando por Victoria, hasta Queensland. Sin embargo, la distribución actual de la especie, restringida tan solo a las zonas más surorientales del continente, es el resultado de una combinación de amenazas pasadas y presentes. Por ejemplo, en la actualidad, depredadores invasores, principalmente el zorro rojo europeo –Vulpes vulpes– son quienes representan la mayor amenaza para el walabí de cola de cepillo de las rocas. Estos han restringido a la especie a tan solo algunos escasos refugios rocosos bastante inaccesibles para los zorros, además de limitar la conectividad entre las distintas colonias de Petrogale penicillata, ya que se trata de animales susceptibles a la depredación en áreas abiertas. Como resultado de esta y otras presiones, una de las principales consecuencias observadas en la especie ha sido el aumento de la endogamia, lo que unido además a la pérdida de hábitat, la degradación de los ecosistemas que habita, la introducción de herbívoros domesticados y la caza por su carne y piel, ha llevado a que más de medio millón de estos walabí perecieran en Nueva Gales de Sur tan solo durante los primeros 30 años del siglo XX. A todo ello hemos de añadir que los recientes megaincendios acontecidos en Australia los cuales arrasaron con casi el 40% del hábitat del walabí de las rocas de cola de cepillo. Estas amenazas, junto con la posible sombra de extinción que se cierne sobre población más septentrional de la especie, la cual con aproximadamente 40 individuos en la naturaleza es genéticamente muy distinta, ha hecho del walabí de cola de cepillo de las rocas, un candidato perfecto para una translocación de conservación. En gestión de vida silvestre se conoce como translocación o relocalizaciónal translado desde un individuo a poblaciones concretas de una especie, desde un determinado lugar geográfico donde habitaba de forma silvestre a otra área silvestre alternativa. Y este ha sido precisamente el enfoque adoptado por el equipo liderado por Barry W. Brook de la Escuela de Ciencias Naturales y del Centro de Excelencia para el Patrimonio y la Biodiversidad Australiana de la Universidad de Tasmania, quienes en el estudio titulado Roughing it: terrain is crucial in identifying novel translocation sites for the vulnerable brush-tailed rock-wallaby (Petrogale pencillata) publicado en la revista Open Science de la Royal Society se valieron de un modelo de distribución para identificar las ubicaciones idóneas para la translocación del walabí de cola de cepillo de las rocas. «Nuestros modelos exhibieron una alta precisión predictiva y muestran que la rugosidad del terreno, un sustituto de los refugios ante los depredadores, era la variable más importante a tener en cuenta a la hora de reubicar a la especie», declaran los autores. En este sentido, Tasmania, donde actualmente no habitan los walabí de cola de cepillo de las rocas, mostró una alta idoneidad: «no tiene zorros, lo que lo convierte en un sitio candidato prometedor» continúan. Según defienden los investigadores, las predicciones de su estudio ilustran la escasa disponibilidad de áreas desocupadas idóneas para Petrogale penicillata.»Las áreas continentales con alta idoneidad que actualmente no contienen walabís de roca de cola de cepillo como las cordilleras de Yarra y el cinturón de arenisca de Queensland central, pueden ser lugares de riesgo para las translocaciones, dado que la primera alberga una gran población de zorros y en la segunda ya esta presente otra especie de walabí, Petrogale herberti. Además, experiencias previas como la llamada Translocación de los Grampianos demostraron el papel de los zorros en el fracaso del intento, destacando la necesidad de que en los futuros lugares de liberación los zorros se encuentren ausentes o bajo altos niveles de control. En este sentido, la mitad oriental de Tasmania mostró una alta idoneidad ya que casi con total seguridad se encuentra libre de zorros, lo cual hace de la isla una candidata prometedora como lugar de acogida. Sin embargo, un gran inconveniente de Tasmania como posible ubicación de translocación es la ausencia de especies ecológicamente similares. Hasta el momento, no hay evidencia fósil de que ninguna especie de Petrogale haya habitado Tasmania durante el Cuaternario tardío. El traslado de una especie, por motivos de conservación a un área que nunca antes había ocupado se denomina «migración asistida» (o colonización asistida) y se considera el procedimiento de translocación de más riesgo debido principalmente a las consecuencias ecológicas desconocidas a las que podrían darse lugar. Por ejemplo, los walabís de cola de cepillo de roca, se alimentan de forma mixta, consumiendo pastos, hierbas y arbustos, lo que induce a los científicos a pensar en los daños potenciales que podría exhibir la especie en el nuevo territorio, ejerciendo, por ejemplo, una nueva presión de ramoneo y dañando la vegetación nativa. Sin embargo, los resultados del estudio de Brook muestran que pese a los riesgos, la reducción incesante de las poblaciones de walabís de las rocas durante el último siglo, agravada por los incendios forestales recientes, ha creado una necesidad de su translocación, que Tasmania cumple las garantías como sitio receptor, y que la necesidad de una intervención de conservación directa es clara. También que la barrera oceánica entre la isla y el continente, lo cual impide cualquier movimiento natural entrambos, podría ser suficiente para evitar que los walabís se conviertan en especies invasoras, tal como demostró la experiencia en translocaciones pasadas llevadas a cabo en Nueva Zelanda y Hawaii. Un factor importante en este sentido es la presencia de predadores. Esta demostró también en experiencias previas ser fundamental para que la introducción del walabí no resulte perjudicial en el nuevo ecosistema. En la isla de Tasmania no hay zorros, pero los investigadores han encontrado que el demonio de Tasmania, el marsupial carnívoro más grande en la actualidad, podría ejercer este papel de control de las poblaciones de walabí, restringiendo su distribución a las zonas rocosas de la isla. Para disipar las preocupaciones sobre las consecuencias negativas no deseadas de una translocación, los científicos proponen en su estudio una translocación de prueba a la isla María, la cual se encuentra en alta mar al este de Tasmania podría ser el primer paso. Se trata de una ínsula de 9.650 hectáreas que cuenta con la categoría de Parque Nacional, y que tiene secciones de terreno rocoso empinado, con dos montañas de más de 600 metros ideales para la especie. Si las partes interesadas lo aprueban, la translocación del walabí de cola de cepillo de las rocas podría tener lugar con relativa rapidez, ya que ya existe un programa de cría en cautividad. El asunto es urgente, sobre todo si el objetivo es evitar la extinción de algunas de sus poblaciones, que están estimadas en unos 80 individuos de los cuales solo la mitad se encuentran en estado salvaje. Puede ser una de las últimas oportunidades para la especie, y pasa por buscarle un nuevo hogar, aunque eso si, exista la necesidad de una tutela, al menos temporal, para estudiar como la especie se adapta a su nuevo hábitat.

AMENAZA OCULTA EN EL HIELO: El calentamiento global esta liberando microbios desconocidos potencialmente letales para el ser humano

¿Qué pasaría si la población mundial se viera expuesta repentinamente a un virus mortal del que nunca había oído hablar? La pandemia de Coronavirus por ejemplo nos ha enseñado que, pese a los avances médicos y tecnológicos, los humanos seguimos siendo extremadamente vulnerables ante patógenos desconocidos. Como sabéis, el acelerado calentamiento del Ártico ha provocado el derretimiento de glaciares y niveles de deshielo del permafrost que no se pronosticaban hasta el 2050 o más tarde, lo que a su vez puede llevar a la liberación de microbios que son “completamente desconocidos para los científicos y pueden representar una nueva amenaza”, reza un artículo de la revista de divulgación científica Scientific American. Los autores indican que en Siberia y el norte de Canadá este deshielo abrupto ha creado los llamados ‘termokarst’, terrenos donde el permafrost más antiguo y profundo está expuesto al aire caliente por primera vez en cientos o incluso miles de años. El permafrost – la capa de suelo permanentemente congelado – cubre el 24 % de la superficie terrestre de la Tierra y sus componentes varían con la geología local. El artículo indica que las tierras árticas «ofrecen una biodiversidad microbiana inexplorada» y «sus capas aún pueden contener microbios congelados antiguos, megafauna del Pleistoceno» e incluso a víctimas de viruela o de ántrax enterradas. A medida que el permafrost se descongela con una rapidez cada vez mayor, el desafío emergente para los científicos es descubrir e identificar los microbios, bacterias y virus que pueden estar en movimiento, señala la nota. Algunos de estos microbios son conocidos por los científicos, pero otros tienen un comportamiento impredecible luego de ser liberados. Además, existen nuevas evidencias de que genes de los organismos liberados del permafrost se mueven entre ecosistemas, provocando una reestructuración en múltiples niveles. Por ejemplo, en el océano Ártico, la bacteria planctónica ‘Chloroflexi’ adquirió recientemente genes utilizados para degradar el carbono de especies de Actinobacteria terrestres, abundantes en el permafrost. Esto pasó a medida que los ríos árticos transportaban sedimentos del deshielo del permafrost hacia el mar junto con los genes que permiten procesar el carbono. Los autores advierten de que los microrganismos que evolucionaron hace decenas de millones de años dentro de ecosistemas ahora extintos pueden emerger e interactuar con nuestro entorno moderno «de formas completamente nuevas». Un ejemplo potencial es la especie emergente ‘Orthopoxvirus alaskapox’, un microorganismo que causa lesiones cutáneas y que ha aparecido y desaparecido en Alaska dos veces en los últimos cinco años. Es posible que este virus se haya sido transmitido a través del contacto animal-humano, pero su origen se desconoce. La aparición de patógenos provenientes del hielo no es una mera historia de ciencia ficción. En el 2005, científicos de la NASA lograron resucitar bacterias que habían estado atrapadas en los hielos de Alaska durante 32 000 años. Y hace una década se reactivaron virus gigantes, que habían pasado 30 000 años en las capas heladas de la tundra siberiana. Asimismo, en el 2016, en la península de Yamal (Siberia), un niño murió mermado por el ántrax. Según los investigadores, fue atacado por una bacteria que estaba presente en la carcasa de un reno infectado que había muerto al menos 75 años antes. Como resultado de una inusual ola de calor, el permafrost en el que estaba enterrado el animal se derritió, liberando esporas del patógeno en la atmósfera. Otro caso se remonta al 2007, cuando un grupo de científicos descubrió la presencia del virus de la gripe española en cuerpos que habían sido enterrados en una fosa común en Alaska. Cabe destacar que esta gripe mató a decenas de millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1919. El caso del ántrax encontrado en Siberia revela la posibilidad de que haya bacterias con efectos patógenos en humanos, animales o plantas, por lo que es una gran incógnita la cantidad de virus que aun desconocemos.