TESOROS DEL MUNDO: Reserva de fauna de Dja (Camerún)

Se trata de uno de los bosques húmedos más vastos y mejor conservados de África, ya que el 90% de su superficie no ha sido perturbada por la presencia humana. Cercada casi en su totalidad por el río Dja, una de sus fronteras naturales, la reserva es excepcional por su rica biodiversidad y la gran variedad de primates que viven en ella. Alberga 107 especies de mamíferos, de las cuales cinco se hallan en peligro de extinción. El río tiene una longitud de 720 kilómetros pese a ser tan solo un afluente del río Congo. Atraviesa de oeste a este el bosque tropical de Camerún, un país que contiene los distintos climas africanos, pero en el que domina la selva. Tras pasar por su centro, el Dja forma frontera con Congo hasta desembocar en el río Sangha. En su camino, vertebra dos Reservas naturales fundamentales: el Nki y la que lleva su nombre. Esta última forma parte además del conocido como programa Tridom, puesto en marcha con ayuda de WWF. Este programa transnacional implica la colaboración con Gabón y Congo en la protección de áreas clave para el ecosistema de bosque tropical, cuyo corazón está en esta zona. En ellos se resguardan nutridas poblaciones de mamíferos como elefantes de selva, gorilas, chimpancés o búfalos. Tanta población de elefantes, lamentablemente atrae a cantidades incontrolables de cazadores furtivos en busca de marfil. Dja cubre una superficie de más de medio millón de hectáreas de las que más de un 90% no tienen ni han tenido apenas actividad humana relevante. Actualmente, solo unos 3.000 pigmeos viven legalmente en poblados dispersos por su territorio. Se les permitió residir en la Reserva porque llevan haciéndolo tanto tiempo que sus actividades extractivas son totalmente sostenibles para Dja y la selva es una parte inherente de su cultura. La vegetación de Dja no deja lugar a dudas: estamos en bosque tropical, el más tupido que nos podamos imaginar. La altura de las copas llega hasta los treinta o sesenta metros, dependiendo de cuál de las más de cuarenta especies de árboles domine la sección de la Reserva concreta. Al abrigo de estos árboles, o colgados de ellos, viven los más de cien mamíferos que suponen el mayor tesoro de Dja. Los más relevantes los podemos dividir en dos: primates y elefantes. Los primeros tienen muchas especies representadas como chimpancés, gorilas y mandriles. Se puede afirmar que en Dja encuentran representación la mayor parte de familias de primates. El otro gran protagonista es el elefante, que encuentra en estas tierras un lugar ideal frente a la reducción de su hábitat. Dja no es un lugar endémico y supone un alivio para especies amenazadas como chimpancés, gorilas, dos especies de cocodrilo, loros grises, bongos y leopardos. Desde 1950, esto es posible gracias al nombramiento de Dja como Reserva de Fauna. Junto a la de Reserva de la Biosfera en los años 80 supone una protección tal que ni siquiera ha hecho falta el nombramiento como Parque Nacional. Los resultados de la protección en Dja no son para celebrar, pero sí son más esperanzadores si se compara con otros sitios como Nki, donde la caza furtiva es constante. Aquí, la dotación de guardias forestales es algo más generosa. También se han detenido los planes para distintas concesiones mineras y, hasta cierto punto, las talas ilegales. Lo que no ha podido evitarse es la construcción de una presa aguas abajo, en la unión del Dja y el Mekin, que está empezando a tener consecuencias ecológicas. Una de las formas de apuntalar estos esfuerzos será el crecimiento del turismo, que multiplica la vigilancia de los furtivos y ofrece nuevas vías económicas a la población. De momento no se ha hecho mucho en ese aspecto, y visitar Dja es una tarea compleja. Somalomo, en la parte norte, es la entrada oficial a un mundo sin carreteras asfaltadas, infraestructuras ni apenas senderos. La manera de visitar la Reserva es dedicar al menos una semana a caminar por la jungla acampando y visitando poblados pigmeos. Demás está decir que debe hacerse el recorrido con ayuda de guías locales. El viaje no es barato, pero se pueden reducir los importes si uno se propone como voluntario para ayudar a los guardias forestales. En todo caso, hay que tener bien claras dos cosas: esto es una jungla y no una sabana, por lo que avistar animales no está garantizado; Asimismo, visitar la reserva en temporada lluviosa es peligroso, por lo que hay que procurar venir en julio, agosto o de diciembre a febrero.